miércoles, 2 de diciembre de 2015

Los problemas no existen.

«Los hombres no se perturban por las cosas, sino por la opinión que tienen de éstas.»

Epicteto (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135) fue un filósofo griego, de la escuela estoica, que vivió parte de su vida como esclavo en Roma.


Los problemas no existen (o existían mejor dicho), no tienen naturaleza propia. Son transformaciones que hacemos de los obstáculos o trabas que nos impone la vida, individual y social.

Pero antes de argumentar sobre lo anterior y en caso de que esté en lo cierto, tengo dos grandes noticias. 

La primera buena noticia es que somos nosotros, NOSOTROS, quienes decidimos qué trabas se convierten en problemas y cuáles no.

La otra gran noticia, derivada de la anterior, es que podemos hacerlo a la inversa: enumerar la lista de nuestros problemas y decidir cuáles se quedan en simples obstáculos.

No son pocas las ocasiones en las que hemos escuchado cosas como: 

"Eres tú el que lo ha convertido en problema".
"Eso para mí ha dejado de ser un problema".
"No tenemos los mismos problemas". 

Así que, si ya hemos escuchado y comprendido miles de veces expresiones como ésas, ¿por qué no acabamos de darle la naturaleza que tienen a los problemas? Naturaleza propia, como digo, no tienen, simplemente son creaciones a partir de adversidades que se presentan ante el devenir deseado de nuestra vida. 

Uno podría replicarme, no sin desdén, "Oiga, pero es que tengo que alimentar a mi familia. ¿No existe ese problema tampoco para usted?". Eso desde luego parece un problema, serio, que hay que resolver. Pero no cambia la naturaleza del problema, que sigue sin ser propia. Es el propio deseo del ser humano de pervivir, por tanto de alimentarse, el que se contrapone a la adversidad que representa la falta de alimento, el que la convierte en problema precisamente para resolverlo (¡Ay de quién no lo haga y quiera vivir¡). Aun así, llevándonos a los extremos, podemos ver que para una persona que decide hacer huelga de hambre, la falta de alimento (la traba) no es el problema a resolver, sino por ejemplo la aplicación de los derechos humanos en su ciudad, lo que sin embargo para otros ciudadanos puede ser una nimiedad como obstáculo o serle beneficioso. 


Lo que quiero resaltar (o reincidir), más de allá de la pirámide de Marlow que nos la sabemos todos o de sabiduría ancestral como la Epícteto (todo el tiempo que has estado leyendo esto lo has desperdiciado para leerlo a él), es la capacidad que tenemos todos de generar y eliminar problemas a raíz de cambiar nuestra forma de ver la vida (momentánea o global), nuestros deseos o apegos, nuestras creencias o nuestro ego, en definitiva: nuestra opinión. Y lo traigo porque parece que se nos ha olvidado y estamos llenos de angustias y problemas a resolver, cuya naturaleza deriva muchas veces de obstáculos que se le presentan a otros interesados o a formas de vida impuestas en sociedad, pero la gran mayoría son creaciones que hace nuestro ego en base a sus deseos o apegos. Eso sí, no dejes que nadie te diga cuáles son y cuáles no son, decídelo tú.

Por supuesto, a mí me preocupan muchas cosas en mi vida, por lo que tengo problemas. Pero lo que llamo "mi vida" sigue siendo una especie de elección (y no siempre libre).

Ahora mismo, mi principal problema enfrentado al deseo de argumentar más, es que me he cansado de escribir. 

Elijo dejarlo en traba. 

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