miércoles, 29 de abril de 2020

LA MANZANA SOBRE EL CUENTO


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LA MANZANA SOBRE EL CUENTO

Al principio fue el mito, pequeños cuentos en un lenguaje que pudiera entender cualquier humano. Ahí se explicaba el misterio de la Naturaleza con más misterio todavía. 

Poco a poco, una hermana menor de la verdad asomó en la conciencia de los hombres, la ciencia. Y de la mano fueron mito y ciencia para beneplácito de los humanos, que se abrían ante la certidumbre y anhelaban dando sentido a sus vidas lo incierto, lo inabarcable del mito. 

Pero entonces, mucho tiempo después, simbolizado en la misma manzana mítica que nos echó, la Ciencia anidó en el cerebro de los hombres y creció hasta anular la vista, hasta romper el hilo con el corazón. 
 
El mito del Ángel Caído se transformó en el de la manzana caída. Cambiaron los dioses, el hombre se sintió, se mintió Cierto y su naturaleza desvirtuó. 

La manzana sobre el cuento, nos trajo lo que es hoy. 
 
El mito de la ciencia.

viernes, 13 de marzo de 2020

SALVEMOS EL PLANETA


SALVEMOS EL PLANETA.

   Dice el ecologista, yo lo llamo el concienciado, que debemos salvar nuestro planeta, o la Tierra cuando se pone solemne. 

   Pero la Tierra no necesita ser salvada porque no tiene salvación posible. Y no la tiene porque no es un ente salvable de nada. Para la Tierra, en tanto que parte del Universo, los humanos somos un accidente, una desviación del equilibrio. Y como todo sistema, la Tierra se reequilibrará, con nosotros ahí o no.   

   Podría decir que le damos igual, pero no, caería en la personificación de nuevo al otorgarle sentimientos. El Universo es un todo y en ese todo no somos nada, bueno, parte, parte ínfima, intrascendente.

   Sí, puede que nuestro paso por la Tierra cambie tanto su composición que el reequilibrio universal requiera la desaparición de la Tierra, pero esto tampoco es algo muy serio para el Universo. Todos los días aparecen y desaparecen astros mayores.

   ¿Por qué quiere salvar el planeta el concienciado? Porque quiere salvarse a sí mismo. 

   Lo piense o no lo piense así, su concepción del planeta incluye a la especie humana y el resto de especies que quiere salvar, claro. Es decir, concibe la Tierra como una idea antropológica, soberbiamente antropológica. Digamos, a una escala menor, como la defensa que hace otro tipo de concienciado de los llamados DERECHOS HUMANOS UNIVERSALES, que ni son humanos ni universales pues representan la visión occidentalista de Sociedad únicamente. Otra soberbia si no antropológica sí antológica y, además, etnocéntrica.

   Pero, volviendo a nuestro primer concienciado, su error de base consiste como digo en darle impronta antropocéntrica a esa Tierra. Ha creado una idea del debe ser de la Naturaleza, una falacia como la copa de un pino, un error de pensamiento, y a través de esa idea solo puede ver. 

   El concienciado lleva hasta tal punto su mácula mental, que ha construido una especie de pelota de goma de fondo azul con una atlas impreso representando la superficie terrestre y la ha inmerso en un jardín de bellas flores que representa al  Universo floral al que pertenecemos.

    Quizás esas flores se marchiten antes por falta de riego, pero volverán una y otra vez, puede que cambiadas, cada primavera del Universo. Sin embargo, la pelota de goma se desintegrará, hasta integrarse de nuevo en la Naturaleza que le vio nacer, quizás con más residuos.

   Pero nuestro concienciado se empeñará en traer su regadera todas las mañanas y refrescará, ignorando las flores, solo su pelota, su idea, su ceguera.

jueves, 21 de septiembre de 2017

FALSA IDENTIDAD



Se oye mucho estos días aquello de que el pueblo necesita respuestas, expresión que viene siempre desde los grupos de poder que lo controla.
Sin embargo, yo opino lo contrario: lo que necesitamos son las preguntas adecuadas que hemos dejado de hacernos.
Estas preguntas estarían dirigidas a nosotros mismos, las cuales, respondidas honestamente, desmonten el estado de ansiedad y deseo perpetuo en el que vivimos, carnaza para proveedores.
Se me ocurre una primera pregunta básica que todo humano debe hacerse en algún momento de su vida: ¿Por qué soy quien soy? Si respondemos honestamente como digo la siguiente pregunta se hace inevitable ¿Por qué soy (creo ser) quien creo ser?
Y, así, tirando del hilo, nos quedaremos con la esencia de nosotros mismos, que poco o nada tendrá que ver con la aparente coherencia personal que condiciona nuestros actos y nos expone a la manipulación diaria a la que estamos sometidos por la necesidad de ser (creer ser) quién somos (creemos ser).


domingo, 10 de septiembre de 2017

Hombre rico, hombre pobre


Mientras que la carencia y la abundancia conforman realidades objetivas del individuo, por contra la pobreza y la riqueza son estados relativos y con frecuencia estrictamente anímicos.

Y es ahí, en el ánimo, donde juegan sus bazas dos de las fuerzas más perturbadoras de nuestros deseos: las instituciones del sistema a nivel colectivo y el ego a nivel individual.

Pero, retomando el primer argumento, podría decirse que uno no es rico o pobre, se siente rico o pobre y en base a ese sentimiento actúa.

Como decía, esta condición humana es bien conocida por el poder que en su afán de perseverar y ampliarse explota convenientemente en cada momento: ora apelando a tu pobreza provocada por contrarios, ora apelando a tú riqueza sostenida por él o amenazada por esos otros contrarios. Es decir, condiciona tu sentimiento, con demagogia frecuentemente, para provocar acción en su beneficio. Pero esta historia es ya conocida hasta el punto de haberla obviado como demuestra por ejemplo la peregrinación en masa a las urnas.

Sin embargo, me interesa más la segunda fuerza que he mencionado en esto de la pobreza o riqueza: el ego. En este caso no hay diferencia respecto al afán continuo de nuestro ego de reafirmarse y expandirse, pero sobretodo de justificarse a sí mismo. Y tal la sociedad en la que vivimos donde prima la acumulación, una de las mejores herramientas que encuentra a su disposición es la pobreza (o riqueza).

El ego se da a todos los niveles de recursos. Puede justificarse  a sí mismo por ejemplo en un colectivo mendicante dónde el mendigo cuyas botas tiene tres agujeros menos mira por encima del hombro al resto y éstos, a su vez, miran con envidia siendo todas realidades de carencia. O bien al contrario, en la sociedad de la abundancia gente quejándose por las esquinas de su precaria capacidad económica que le impide satisfacer toda suerte de absurdas necesidades inventadas a las que se acopla muy bien nuestro ego.

Pero el ego se puede dominar, no anular, en ésta y otras facetas (¡ y eso es una buena noticia!), de tal forma que veamos con claridad las verdaderas carencias de recursos si las hay y centrarnos en mitigarlas sin perseguir los "Dorados" diarios que a modo de zanahoria se nos muestran día a día delante de nuestra quijada.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Justicia

¿Qué sabe el hombre?

El hombre no sabe nada. Conoce. Conoce mucho o conoce poco, pero no sabe nada. Entonces, en su infinita soberbia o equivocación pretende definir la Justicia. Y, más aún, aplicarla.

Pero ¿cómo puede un ser limitado aplicar una noción que no sabe ni definir?

Remiendos. Todo son remiendos. Cualquier pensador que ha pretendido definirla solo ha producido un remiendo, una caricatura, de la Justicia.

Pero ¿qué es la Justicia? Solo un ser omnisciente podría definirla. Los demás solo podemos entrar en bucle.

"El respeto a la verdad", ¿cuál es la verdad?

"Otorgar a cada uno lo que le corresponde", ¿quién sabe eso?

"..."

No, la Justicia no existe en el plano de la realidad del hombre porque éste no la abarca. Juega a saber y cuando es movido por la erradicación del dolor y el sufrimiento alcanza nobleza en sus actos, pero no puede afirmar que esté siendo Justo.

Por contra, lo otro que nos llena la boca hoy en día es la justicia institucional, la de los ministerios, tribunales, audiencias, etc. Ésta, no es que no sea ya una aproximación, es que es temporal, antropocéntrica, etnocéntrica y, sobre todo,  completamente arbitraria.

La Justicia, de existir, trasciende al hombre.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Los problemas no existen.

«Los hombres no se perturban por las cosas, sino por la opinión que tienen de éstas.»

Epicteto (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135) fue un filósofo griego, de la escuela estoica, que vivió parte de su vida como esclavo en Roma.


Los problemas no existen (o existían mejor dicho), no tienen naturaleza propia. Son transformaciones que hacemos de los obstáculos o trabas que nos impone la vida, individual y social.

Pero antes de argumentar sobre lo anterior y en caso de que esté en lo cierto, tengo dos grandes noticias. 

La primera buena noticia es que somos nosotros, NOSOTROS, quienes decidimos qué trabas se convierten en problemas y cuáles no.

La otra gran noticia, derivada de la anterior, es que podemos hacerlo a la inversa: enumerar la lista de nuestros problemas y decidir cuáles se quedan en simples obstáculos.

No son pocas las ocasiones en las que hemos escuchado cosas como: 

"Eres tú el que lo ha convertido en problema".
"Eso para mí ha dejado de ser un problema".
"No tenemos los mismos problemas". 

Así que, si ya hemos escuchado y comprendido miles de veces expresiones como ésas, ¿por qué no acabamos de darle la naturaleza que tienen a los problemas? Naturaleza propia, como digo, no tienen, simplemente son creaciones a partir de adversidades que se presentan ante el devenir deseado de nuestra vida. 

Uno podría replicarme, no sin desdén, "Oiga, pero es que tengo que alimentar a mi familia. ¿No existe ese problema tampoco para usted?". Eso desde luego parece un problema, serio, que hay que resolver. Pero no cambia la naturaleza del problema, que sigue sin ser propia. Es el propio deseo del ser humano de pervivir, por tanto de alimentarse, el que se contrapone a la adversidad que representa la falta de alimento, el que la convierte en problema precisamente para resolverlo (¡Ay de quién no lo haga y quiera vivir¡). Aun así, llevándonos a los extremos, podemos ver que para una persona que decide hacer huelga de hambre, la falta de alimento (la traba) no es el problema a resolver, sino por ejemplo la aplicación de los derechos humanos en su ciudad, lo que sin embargo para otros ciudadanos puede ser una nimiedad como obstáculo o serle beneficioso. 


Lo que quiero resaltar (o reincidir), más de allá de la pirámide de Marlow que nos la sabemos todos o de sabiduría ancestral como la Epícteto (todo el tiempo que has estado leyendo esto lo has desperdiciado para leerlo a él), es la capacidad que tenemos todos de generar y eliminar problemas a raíz de cambiar nuestra forma de ver la vida (momentánea o global), nuestros deseos o apegos, nuestras creencias o nuestro ego, en definitiva: nuestra opinión. Y lo traigo porque parece que se nos ha olvidado y estamos llenos de angustias y problemas a resolver, cuya naturaleza deriva muchas veces de obstáculos que se le presentan a otros interesados o a formas de vida impuestas en sociedad, pero la gran mayoría son creaciones que hace nuestro ego en base a sus deseos o apegos. Eso sí, no dejes que nadie te diga cuáles son y cuáles no son, decídelo tú.

Por supuesto, a mí me preocupan muchas cosas en mi vida, por lo que tengo problemas. Pero lo que llamo "mi vida" sigue siendo una especie de elección (y no siempre libre).

Ahora mismo, mi principal problema enfrentado al deseo de argumentar más, es que me he cansado de escribir. 

Elijo dejarlo en traba. 

martes, 24 de noviembre de 2015

Prefiero ser inútil



¿Cuál es la utilidad de una persona?


Y es aquí, cuando pensamos que esta pregunta tiene sentido, cuando empiezan todos los males de la humanidad actual. Porque al plantearse cuál es, al clasificar y categorizar las utilidades posibles, la pregunta inmediata que se genera, también dentro del pensamiento actual, es "Y dentro de esa categoría, ¿cuánto es?"

Y, claro, si resulta que lo útil de la humanidad según el pensamiento del momento no es cualidad de una parte de ésta, pues simplemente dicha parte se convierte en inservible y, por tanto, prescindible. No es difícil ver que al aplicar el término útil a las personas, las estamos convirtiendo en herramientas, recursos, medios, útiles vaya, en definitiva objetos o cosas. Si a este despropósito le añadimos el ingrediente tan de actualidad, tan de nuestra sociedad de lo nuevo y el instante, de "un solo uso" o de "usar y tirar", pero hasta el de "reciclar para un nuevo uso", ya no necesitamos más argumentos para despreciarnos unos a otros.

Es el punto de partida donde está el error, la causa primera de tanta desolación y desasosiego, tanta barbarie y tanto suicidio, tanta frivolidad y tanto desprecio. Una gran parte de las depresiones y suicidios ocurren cuando una persona deja de sentirse útil. Los genocidios son acciones de limpieza de herramientas que ya no son o nunca han sido útiles.

Contra esta forma de pensar, debemos recuperar otros principios éticos. Los seres humanos no somos medios, somos fines en sí mismo, no somos útiles, por lo cual no podemos ser asignados a ninguna categoría ni a ningún baremo de utilidad, no podemos ser usados y no podemos ser de utilidad para nada.

No. Los humanos no hemos venido al mundo a "SERVIR PARA", hemos venido, mejor dicho, estamos para SER. Y cada uno de nosotros ES por sí mismo, sin que medie ninguna característica o habilidad que posea o adolezca.

Entre las muchas convicciones sociales o culturales que bajo este principio podría echar por tierra se me ocurre por ejemplo el amor de pareja ese de ser complemento perfecto, los padres que vienen al mundo a servir para sus hijos, las mujeres que si no son madres no están completas, los aceptadísimos daños colaterales de las guerras y otros más de la vida perfecta de occidente (que es la que yo conozco, pero seguro que hay otra ristra de "lo que toca" en otras culturas) de hacer lo que toca en cada momento como nacer, jugar, escolarizar, estudiar carrera con salidas, trabajar y ganar mucho dinero, procrear, cuidar, jubilarse con una buena paga y morir acompañado, sin que ninguna otra vida que no siga estas pautas por desorden u omisión pueda considerarse con todo derecho completa.

Tenemos que cambiar de pensamiento, yo así lo creo, para que dejemos de evaluarnos como útiles, para que cuando hablemos con desconocidos no tasemos la cantidad de utilidad que aporta a nuestras vidas sino simplemente lo veamos como un fin en sí mismo. Al contrario, si una persona aún siendo desconocida, nos dice que sufre o se piensa incompleto por alguna razón (no tiene trabajo, no encuentra pareja, no puede tener hijos, no ha aprobado unas oposiciones, no tiene independencia económica, no puede andar o no sabe leer o no puede realizar otra actividad de característica física o cognitiva, etc.) no lo juzguemos con desdén (ni de ninguna otra forma) por su sufrimiento o carencia, hagámosle ver que ES por sí mismo y que es el pensamiento actual (y no él) el que lo ha clasificado y categorizado en un fin utilitario.