jueves, 21 de septiembre de 2017

FALSA IDENTIDAD



Se oye mucho estos días aquello de que el pueblo necesita respuestas, expresión que viene siempre desde los grupos de poder que lo controla.
Sin embargo, yo opino lo contrario: lo que necesitamos son las preguntas adecuadas que hemos dejado de hacernos.
Estas preguntas estarían dirigidas a nosotros mismos, las cuales, respondidas honestamente, desmonten el estado de ansiedad y deseo perpetuo en el que vivimos, carnaza para proveedores.
Se me ocurre una primera pregunta básica que todo humano debe hacerse en algún momento de su vida: ¿Por qué soy quien soy? Si respondemos honestamente como digo la siguiente pregunta se hace inevitable ¿Por qué soy (creo ser) quien creo ser?
Y, así, tirando del hilo, nos quedaremos con la esencia de nosotros mismos, que poco o nada tendrá que ver con la aparente coherencia personal que condiciona nuestros actos y nos expone a la manipulación diaria a la que estamos sometidos por la necesidad de ser (creer ser) quién somos (creemos ser).


domingo, 10 de septiembre de 2017

Hombre rico, hombre pobre


Mientras que la carencia y la abundancia conforman realidades objetivas del individuo, por contra la pobreza y la riqueza son estados relativos y con frecuencia estrictamente anímicos.

Y es ahí, en el ánimo, donde juegan sus bazas dos de las fuerzas más perturbadoras de nuestros deseos: las instituciones del sistema a nivel colectivo y el ego a nivel individual.

Pero, retomando el primer argumento, podría decirse que uno no es rico o pobre, se siente rico o pobre y en base a ese sentimiento actúa.

Como decía, esta condición humana es bien conocida por el poder que en su afán de perseverar y ampliarse explota convenientemente en cada momento: ora apelando a tu pobreza provocada por contrarios, ora apelando a tú riqueza sostenida por él o amenazada por esos otros contrarios. Es decir, condiciona tu sentimiento, con demagogia frecuentemente, para provocar acción en su beneficio. Pero esta historia es ya conocida hasta el punto de haberla obviado como demuestra por ejemplo la peregrinación en masa a las urnas.

Sin embargo, me interesa más la segunda fuerza que he mencionado en esto de la pobreza o riqueza: el ego. En este caso no hay diferencia respecto al afán continuo de nuestro ego de reafirmarse y expandirse, pero sobretodo de justificarse a sí mismo. Y tal la sociedad en la que vivimos donde prima la acumulación, una de las mejores herramientas que encuentra a su disposición es la pobreza (o riqueza).

El ego se da a todos los niveles de recursos. Puede justificarse  a sí mismo por ejemplo en un colectivo mendicante dónde el mendigo cuyas botas tiene tres agujeros menos mira por encima del hombro al resto y éstos, a su vez, miran con envidia siendo todas realidades de carencia. O bien al contrario, en la sociedad de la abundancia gente quejándose por las esquinas de su precaria capacidad económica que le impide satisfacer toda suerte de absurdas necesidades inventadas a las que se acopla muy bien nuestro ego.

Pero el ego se puede dominar, no anular, en ésta y otras facetas (¡ y eso es una buena noticia!), de tal forma que veamos con claridad las verdaderas carencias de recursos si las hay y centrarnos en mitigarlas sin perseguir los "Dorados" diarios que a modo de zanahoria se nos muestran día a día delante de nuestra quijada.