martes, 24 de noviembre de 2015

Prefiero ser inútil



¿Cuál es la utilidad de una persona?


Y es aquí, cuando pensamos que esta pregunta tiene sentido, cuando empiezan todos los males de la humanidad actual. Porque al plantearse cuál es, al clasificar y categorizar las utilidades posibles, la pregunta inmediata que se genera, también dentro del pensamiento actual, es "Y dentro de esa categoría, ¿cuánto es?"

Y, claro, si resulta que lo útil de la humanidad según el pensamiento del momento no es cualidad de una parte de ésta, pues simplemente dicha parte se convierte en inservible y, por tanto, prescindible. No es difícil ver que al aplicar el término útil a las personas, las estamos convirtiendo en herramientas, recursos, medios, útiles vaya, en definitiva objetos o cosas. Si a este despropósito le añadimos el ingrediente tan de actualidad, tan de nuestra sociedad de lo nuevo y el instante, de "un solo uso" o de "usar y tirar", pero hasta el de "reciclar para un nuevo uso", ya no necesitamos más argumentos para despreciarnos unos a otros.

Es el punto de partida donde está el error, la causa primera de tanta desolación y desasosiego, tanta barbarie y tanto suicidio, tanta frivolidad y tanto desprecio. Una gran parte de las depresiones y suicidios ocurren cuando una persona deja de sentirse útil. Los genocidios son acciones de limpieza de herramientas que ya no son o nunca han sido útiles.

Contra esta forma de pensar, debemos recuperar otros principios éticos. Los seres humanos no somos medios, somos fines en sí mismo, no somos útiles, por lo cual no podemos ser asignados a ninguna categoría ni a ningún baremo de utilidad, no podemos ser usados y no podemos ser de utilidad para nada.

No. Los humanos no hemos venido al mundo a "SERVIR PARA", hemos venido, mejor dicho, estamos para SER. Y cada uno de nosotros ES por sí mismo, sin que medie ninguna característica o habilidad que posea o adolezca.

Entre las muchas convicciones sociales o culturales que bajo este principio podría echar por tierra se me ocurre por ejemplo el amor de pareja ese de ser complemento perfecto, los padres que vienen al mundo a servir para sus hijos, las mujeres que si no son madres no están completas, los aceptadísimos daños colaterales de las guerras y otros más de la vida perfecta de occidente (que es la que yo conozco, pero seguro que hay otra ristra de "lo que toca" en otras culturas) de hacer lo que toca en cada momento como nacer, jugar, escolarizar, estudiar carrera con salidas, trabajar y ganar mucho dinero, procrear, cuidar, jubilarse con una buena paga y morir acompañado, sin que ninguna otra vida que no siga estas pautas por desorden u omisión pueda considerarse con todo derecho completa.

Tenemos que cambiar de pensamiento, yo así lo creo, para que dejemos de evaluarnos como útiles, para que cuando hablemos con desconocidos no tasemos la cantidad de utilidad que aporta a nuestras vidas sino simplemente lo veamos como un fin en sí mismo. Al contrario, si una persona aún siendo desconocida, nos dice que sufre o se piensa incompleto por alguna razón (no tiene trabajo, no encuentra pareja, no puede tener hijos, no ha aprobado unas oposiciones, no tiene independencia económica, no puede andar o no sabe leer o no puede realizar otra actividad de característica física o cognitiva, etc.) no lo juzguemos con desdén (ni de ninguna otra forma) por su sufrimiento o carencia, hagámosle ver que ES por sí mismo y que es el pensamiento actual (y no él) el que lo ha clasificado y categorizado en un fin utilitario.

lunes, 16 de noviembre de 2015

El do de pecho y el pisuerga


Como siempre, y tras cada tragedia, hay quién trae viejas rencillas para justificar su postura sin más argumento que la falacia de la necesidad. Supongo el estado de consternación en el que nos ha dejado el asesinato masivo en París le ha parecido un buen caldo de cultivo para el sinvergüenza que ha redactado el mensaje de Whatsapp que incrusto en esta entrada y que reproduzco en texto:

Miembro del grupo:  

Mañana hay una misa funeral "oficial" en Notre Dame por los asesinados,organizada por el gobierno socialista de Holland. Un ejemplo de tolerancia, y reconocimiento a la religión mayoritaria de los franceses, para toda nuestra izquierda española desde el PSOE de P Snchz hasta los más radicales Podemos y CUP. Por favor, pásalo. En el país más laico..y celebra la santa misa ..oficialmente.

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Pues bien, reconociendo aquí también la ingenuidad de la persona (persona sin duda de buena fe) que lo hizo llegar a un grupo en el que estoy suscrito, mi respuesta no se hizo esperar:

José Hernández:  

No hay izquierdas en el mundo. Solo capitalismos de baja intensidad. 

Nadie dio una misa oficial por los 147 estudiantes keniatas "negros" a manos de los mismos terroristas, porque el kilo de muerte "negra" vale infinitamente menos que el kilo de muerte blanca. 

Nadie ha dado una misa oficial por los 167 indios yumecas masacrados por partidas de facendeiros para talar sus arboles para nuestra madera. 

No hay izquierdas ni ejemplos de nada, no hay ejemplos morales en la iglesia solo buenas personas movidas por su fe en la humanidad pero controladas debidamente para sentir piedad por las tragedias adecuadas. 

No hay ética en el mundo que pueda dar ejemplo ni a izquierdas ni a derechas radicales, solo intereses específicos que sirven a las élites donde la humanidad no existe. 

Disculpad si puedan ofender mis palabras en otro momento terrible, este vil asesinato, pero no es momento de querer ser ejemplo sobre los demás sino de rezar, cada uno como lo entienda, por las víctimas de la atrocidad humana y por un cambio de consciencia que nos permita ver a todos los seres humanos como un igual, como un prójimo. 

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Reconozco que las cifras que doy son aproximadas, extraídas de titulares de prensa independiente quizás desactualizados pues hace tiempo que los leí. Pero la esencia de la contestación, mi postura, permanece inalterable: dejen de hacer negocios con la tragedia afín a sus intereses. Esto, en sí mismo, es la tragedia mayor que vive en la sociedad actual: la identificación/separación, la frivolidad y la falta de compasión.