miércoles, 1 de julio de 2015

Más es mejor



Más es mejor. ¿Es que acaso puede existir otra posibilidad?

Nos lo enseñan en la Biblia con "Creced y multiplicaos", en las ofertas de tres por uno, en las cajas de detergente con veinte por ciento más gratis, en la escuela con +1 y +2 que son números positivos, no negativos. En las ONG, más derechos para el oprimido. Más. Tres letras y un fin. Y claro, cuando Ser ya no es lo importante, ya nadie se pregunta Qué es exactamente eso que necesita, simplemente Cuánto es lo que necesito de ese algo y a partir de ahí, cuanto más mejor.

Así pues, casi sin darnos cuenta, hemos pasado de la ética de lo justo a la de la acumulación. Y bueno, sí, podemos decir en nuestro descargo que estamos concienciados ya de eso, que por ejemplo a los niños les enseñamos a compartir, cuando es posible equitativamente. Es decir, que sí, que sí lo tenemos en cuenta. Cuando podemos somos solidarios (o fraternales, no estoy haciendo distinción). Que hay muchas personas por ahí luchando por la igualdad, para que todos tengan lo mismo, las mismas oportunidades.

Es cierto, que hay una nueva ola de concienciación, no conozco yo la Historia tanto como para establecer el inicio pero sí para afirmar, que se ha hecho presente (se ha permitido) en el pensamiento colectivo desde hace unas tres o cuatro decadas atrás y cuyo principal argumento es el "menos es mejor" como contraposición al "más es mejor".

En general todos sabemos que nada es infinito, en particular los bienes (hubo un tiempo en que los llamé recursos) que la naturaleza comparte con nosotros. Es por ello que los del "menos" nos trasladan el mensaje de reducir al máximo el consumo de bienes naturales o servicios que menoscaben dichos bienes naturales. De esa postura global, pasamos a las posturas individuales en lo políticamente correcto. La hipocresía de "yo prefiero menos, llévatelo tú". Como cuando le decimos a nuestros hijos que cedan la mayoría de juguetes al invitado, pero no por agradarlo que es lo de menos sino por el mero hecho de enseñarle (más por iniciativa de los padres) al otro chaval que no se necesitan mil juguetes para pasárselo uno bien, que con cien se puede y te cedo novecientos.

El problema a mi modo de ver es que ninguna da con la tecla.

Es bien sabido el principal problema de "Más es mejor". Sencillo, por pura lógica matemática. Si tienes de algo, por mucho que tengas de ese algo, siempre podrás tener más pues los números, y por tanto las cantidades, son infinitos. Y como "Más es mejor", siempre podrás mejorar. Esto parece interesante en una primera lectura, pero en la segunda y siguientes el mensaje que subyace es que  debes seguir para estar mejor pues es la aspiración por la que vivimos: estar mejor. Así, se entra en un proceso de adquisición desenfrenada en busca del estado ideal. Y de esto ya han hablado mucho personas muy sabias, por lo que poco puedo aportar.

Por contra, tenemos la postura del "Menos es mejor", que cuando se queda en postura, pues eso: hipocresía. El problema aquí precisamente está también en llevarlo por convencimiento moral a rajatabla, es decir, la ausencia de necesidades como ideal de felicidad. El desapego entendido en sentido literal. Empieza uno por cuestionarse las comidas de regalo que nos hacemos y acaba por cuestionarse el agua. Ascetas, ermitaños, solitarios también caen en este ideal, aunque sus motivos son, digamos, más nobles.

Y entonces, ¿donde está la clave? ¿en el término medio? ¡NO! Odio esta tergiversación. La virtud nunca ha estado en el medio, nunca, o al menos al medio que ha trascendido por acción u omisión, la verdad es que no sé cuál de las dos razones ha sido más determinante. Pero si ya nadie sabe lo que es virtud ni justo medio, lo normal es que caigamos en simplezas (porque para mí es una simpleza).

¿Qué es mejor tener cinco hijos o uno?
¿Hacer cien trabajos o veinte?
¿Tener mil amigos en facebook o cien?
¿Ganar dos mil quinientos euros o quinientos?
¿Enfrentarse contra tres tiranos o contra uno?

Los del "Más" dirían cinco, cien, mil, dos mil quinientos y tres.
Los del "Menos" dirían uno, veinte, cien, quinientos y uno.
Y los de la virtud aristotélica (la tergiversación de hoy, no la que encumbró Aristóteles) dirían tres, sesenta, quinientos cincuenta, mil quinientos y dos.

Relativísimo, ¿verdad?

Y ahora es cuando vuelvo al principio: ya nadie, por ejemplo TU o YO, se pregunta por el Qué sino por el Cuánto. Probemos.

¿Qué es un hijo?
¿Qué es un trabajo?
¿Qué es un amigo de facebook?
¿Qué es un sueldo?
¿Qué es un tirano?

Entonces, cuando sepas Qué es o representa cada término antes expresado, podrás decidir cuál es el medio justo PARA TI y NO PARA LOS DEMÁS. Porque ahí está la clave del medio justo, en la individualización del "objetivo". Te sorprenderán cuán relativas se tornan las necesidades "estándares" (culturales). 

¿Más es mejor o Menos es mejor?

Mi respuesta: De más es peor y de menos también. Esta verdad está implícita en la expresión "Nada en demasía", sabiduría milenaria del Templo de Delfos, bastante olvidada o relegada por otras, que habla a la persona que lo leyera y NO a la masa o al colectivo.

Conocete a ti mismo y, entre otras cosas, podrás saber tu medio justo para no tomar Nada en demasía.